Se nos vuelan las semillas
Harto sabido es que la brecha económica entre el mercado argentino y el europeo, determina las imposibilidades de nuestro medio para retener a aquellos talentos que otrora solían vitorearse en cada estadio y en cada fin de semana.
Por ende, suena prácticamente natural que la selección argentina se valga, cada vez más, de los futbolistas que se desempeñan en las principales ligas del Viejo Continente.
Sin embargo, la luz de alarma debe encenderse aún con mayor intensidad si hacemos foco en el ámbito cordobés. Y es que, desde hace muchos años, Córdoba no está formando y proyectando jugadores de elite capaces de representarnos con la albiceleste.
Preciso es remontarse hasta el Mundial '78 para encontrar jugadores de la docta que hayan surgido y trascendido desde algún club local. Tales son los casos de Kempes, Ardiles, Galván, Oviedo y Valencia.
Desde aquel tiempo a esta parte, todos los cordobeses que formaron parte de los combinados nacionales mundialistas emigraron a otras provincias para desarrollarse y mostrarse públicamente, evitando así una escala previa -y lógica- en clubes de su provincia. Entre los ejemplos más resonantes cabe mencionar a: Pablo Aimar (River), Claudio López (Racing de Avellaneda), Walter Samuel (Newell's), Fabricio Coloccini y Nicolás Burdisso (Boca).
Quisiera creer que estamos frente a meras casualidades y no a causalidades que pauperizan la potencialidad de los talentos. Por lo pronto, el panorama se presenta cuanto menos preocupante para el presente y devenir del fútbol cordobés.
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